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Lamb: folk-horror islandés

La película Islandesa que tuvo su paso por el Festival de Cannes llega con una propuesta excéntrica, provocadora e interesante.

Camila Coscia

@camicoscia

La película Islandesa que tuvo su paso por el Festival de Cannes llega con una propuesta excéntrica, provocadora e interesante.

Hay películas de las cuales es mejor saber poco para que la experiencia sea aún más efectiva. Tal es el caso de LAMB, la ópera prima del director Islandes Valdimir Jóhannsson. Maria (Noomie Rapace) e Ingvar (Hilmir Snær Gudnason) son una pareja de granjeros en lo que pareciera ser las afueras de Islandia -o la nada misma-, en un paisaje inmenso y de naturaleza imponente. El día a día no es más que trabajar la tierra y atender a los animales, pero todo eso cambia con el nacimiento de un cordero particular, por no revelar más detalles. La dinámica de relación de la pareja con la corderita va escalando; pronto tiene una cuna en el cuarto de ambos, ropa y por supuesto un nombre, Ada.

La historia se divide en capítulos y es así que uno de los elementos de tensión se da con la llegada de Pétur, el hermano de Ingvar, quien llega para cuestionar la situación y decisión de la pareja. En pocas palabras la trama suena descabellada, absurda, pero es una historia tratada con bastante seriedad.

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Con una estética sumamente nórdica, el film emplea elementos de la corriente del slow-cinema ya que por momentos se vuelve muy contemplativa, donde las largas tomas del paisaje resaltan la sensación de aislamiento. Así también fusiona diversos géneros donde se conjugan el drama rural, el suspenso y por sobre todo el folk-horror. El elemento mitológico es uno muy presente en la narrativa y es lo que da contexto a lo bizarro que presenta la historia. Por momentos, la película nos recuerda al cine de Robert Eggers quien también recurre a historias con elementos del folk-horror.

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Más allá de las excentricidades que pueda presentar, LAMB es mucho más que eso. Es una reflexión sobre la relación de los seres humanos para con la naturaleza, la soledad, la pérdida y las diferentes formas de transitar el duelo. Y aunque no es una obra perfecta, es sin duda alguna un interesante comienzo en la carrera de dirección de Jóhannsson.